Cómo ir de vacaciones con un extrovertido y vivir para contarlo

Es posible. Si señoras y señores. Podemos ir de vacaciones con un extrovertido, pasarla muy bien (ambos) y sobrevivir, mas aun, querer repetir la experiencia…

El secreto: comunicación, planificación y como diría Silvio Soldán: mucho amor. Mucho. De ambos lados.

IMG_E4060Hace unos meses decidimos con mi marido (la persona mas extrovertida que conocí en mi vida) hacer un viaje de vacaciones solos a Punta Cana. Nuestras hijas ya son grandes, trabajan y nos pareció una buena oportunidad para relajarnos y disfrutar sin tener que ocuparnos mas que de nosotros. Y si a eso le agregas playa caribeña, la propuesta era paradisiaca.

Para quienes leen este blog por primera vez y aun no tienen en claro las diferencias entre introvertidos y extrovertidos, básicamente (y entre otras cosas) los extrovertidos se “cargan” (en realidad, su cerebro genera más dopamina, un neurotransmisor) cuando están en presencia de otras personas. Los introvertidos (que son mas sensibles a la dopamina) se “descargan” cuando están en situaciones altamente sociales (podemos manejarnos mejor en grupos pequeños) por lo que estar en grandes grupos simplemente, nos agota. Una vez mas, nada que ver con la timidez. Nada.

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Así que allí nos fuimos, una semana a Punta Cana, con los bolsitos y el bronceador al hombro. Y volvimos maravillados, relajados y contentos. Como lo hicimos? Aquí van algunos consejitos:

1 – Auriculares. Como ya lo dije antes, los auriculares son el mejor amigo del introvertido. Nos compran ese “buffer” entre el ruido de la gente, música alta y atención (la gente te habla menos si “cree” que estas escuchando algo) así que lleve un par extra y para el Día de la Madre (en USA es en mayo) me compre auriculares a prueba de agua. Flotar en el mar escuchando música ha sido uno de los momento inolvidables de este viaje.

2 – Material Digital. Audiolibros, películas, series para mi y para mi marido, una carpeta salvada en su computadora con las presentaciones de Les Luthiers. Sabíamos que el WiFi no era el mejor alrededor del resort, así que eso nos compró entretenimiento en el avión y para esos momentos “bache” del día.

3 – WiFi. Que más quiero yo que estar una semana sin saber nada del mundo, mi trabajo y los problemas. Pero mi marido, con el que hace casi 30 años que convivo, necesita ese enlace al mundo. Y también esta la familia, el contacto diario y el social media. Así que pagamos el upgrade y recibimos WiFi en todo el resort. No era la mejor señal, pero calmaba ansiedades y podíamos enviar fotos al resto del universo.

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4 – Actividades del resort. Mi peor pesadilla. Puedo ver ese calendario semanal de actividades, con cosas para hacer cada 30 minutos y se me pone la piel de gallina del terror. Pero para mi marido, era una lista de oportunidades para ver, conocer gente y hacer sociales. Y si bien experimente con clases de salsa (a las 12 del mediodía bajo el rayo del sol, me estas cargando!) era él quien esperaba con ansias el vóley playero de las 11:30am y 4:30pm para ver a sus amigos. Entonces ese era mi momento para sumergirme con mi música y equipo de snorkeling a flotar entre los pescadillos de la playita del hotel.

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5 – Saborear “esos momentos”. Ejemplos:

  • Temprano a la mañana, cuando los “intro” (I) nos relajamos y miramos la nada, y los “extro” (E) leen y (y nos comentan) el New York Times.
  • A la tarde en la pileta, cuando los E van a buscar bebida y sabemos que no volverán en un rato porque se quedaran charlando con el chico del bar.
  • Luego en el cuarto, cuando los E van a pedir mas toallas y los I nos podemos dar un largo baño porque sabemos que se quedaran hablando con la mucama (mientras ambos, recargamos energías, ven?)
  • Antes de la cena. Cuando es “muy temprano para comer” y nos quedamos en el balcón en silencio escuchando la música que viene de la pileta, o cuando nos quedamos en el balcón viendo juntos uno de los videos de Les Luthiers cargados en la computadora.
  • Antes de la cena. En el bar, una copita de piña colada en silencio antes de entrar a esa experiencia tan social que es el temido “buffet”
  • En el micro de la excursión. Donde podemos dormir o escuchar música, sabiendo que el E tendrá mucha gente a su alrededor para recargar las pilas.

También disfrutamos caminatas juntos por la playa, largas conversaciones durante la cena y tarde de mar y playa, pero esos pequeños momentos en que las diferencias pueden afectar el resto del día, son importantes de respetar.

Así que ir de vacaciones con un extrovertido es posible, y es posible la convivencia, y trabajar juntos, y tener una familia. Lo importante es el balance, la comunicación, saber las necesidades del otro y reconocer los momentos internos de cada uno de nosotros.

Los invito a que me cuenten sus experiencias viajando con “Is” o “Es”, y si tienen mas consejos para sumar a la lista.

Y tengan todos ustedes, el mejor de los viajes.

 

 

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